LA GENTE SERVICIAL ES UN FASTIDIO
Posted by Mariana Scaravilli on Oct 8, 2017

 

Una aproximación a la gente servicial es un fastidio es distinguir entre ser servicial y ser útil. Esto nos da cuatro calidades distintas de asistencia:

útil-útil

útil-servicial                                       servicial-útil

servicial-servicial

La persona servicial-servicial sabe lo que es mejor para ti, porque sabe lo que es mejor para ella. Incapaz de distinguir entre ella misma y los demás, sabe con seguridad que lo que es bueno para ella es bueno para los demás. Y forzará la ayuda, se quiera ésta o no. Éste es el sótano de la ayuda. La persona servicial-servicial no sólo es un fastidio, es un peligro positivo. Se trata del universo del fundamentalista, del verdadero creyente, de la persona empeñada en mejorar la sociedad. Esto se puede reconocer en la fuerza que acompaña a la “ayuda”.

La persona útil-servicial puede ver más allá de sí mismo, pero le falta la visión integral necesaria para juzgar las repercusiones que inevitablemente surgirán de su ofrecimiento de ayuda. Así, la persona útil-servicial inteligente ofrecerá su asistencia antes de darla: y no se sentirá ofendida si se rechaza.

La persona servicial-útil tiene la capacidad de ponerse en el lugar de la persona que necesita ayuda, y podrá darla sabiendo los resultados de su asistencia. Se juzgará la ayuda debidamente, en calidad y en cantidad. No se dará más de la necesaria, ni se ofrecerá más de la que se pueda absorber. Aquí es donde comienza la ecología de la ayuda.

La persona útil-útil es de hecho rara: su ofrecimiento de ayuda, su disponibilidad  está siempre ahí, pero no conocemos la naturaleza de dicha ayuda, ni de lo que va implícito en ella. La persona útil-útil está, independientemente de cómo entendamos esto en nuestros propios términos, en un estado de oración-continua. En un sentido, ella es oración (o ayuda) encarnada. Ésta es una condición muy elevada y rara. No hay ninguna imposición en la ayuda que se ofrece aquí: no se nos puede dar ayuda en contra de nuestra voluntad. Mejor que pidamos constantemente ayuda con esta calidad, sabiendo que no nos será (y no podrá sernos) negada. Pero debemos pedirla.

Esto sitúa la carga en nosotros: ¿qué tipo de ayuda necesitamos? ¿y cómo usaríamos esta ayuda si nos cayera del cielo?

También se puede enfocar de la misma manera la ayuda que se pone a nuestra disposición, en el espectro entre calidez (donde nuestro derecho a pedir ayuda es absoluto) o la fuerza de la asistencia no querida (es buena para ti, lo sepas o no):

La calidez de la calidez

La calidez de la fuerza           la fuerza de la calidez

La fuerza de la fuerza

La gentileza de la gentileza tiene sin embargo su propia cualidad de necesidad.

A veces se nos ofrece ayuda, aunque no la hayamos pedido. Es decir como si tuviésemos un Buen Amigo que nos acompaña en la vida, mirando por nuestros intereses, incluso cuando estamos nosotros mismos ciegos a lo que se requiere. Cuando se ofrece esta ayuda, es absolutamente sin presión, fuerza, o coerción. Esto es asombroso: que Alguien que no tenga el más mínimo interés personal en que lo aceptemos, o no, nos ofrezca un regalo.

Que tengamos la claridad para reconocer un regalo de esta cualidad, el coraje para aceptarlo, y la capacidad para mantener el regalo en movimiento.

 

Martes 13 de marzo de 2001
El Sótano, Chateau Belew, Mount Juliet
Tennessee

 

 

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