I
Un joven estudiante ha llamado a mi puerta: ¿le enseñaré a tocar la guitarra? Está en un estado: ha sido tocado por algo real y disponible, pero su estación no se corresponde con esto. Está buscando una enseñanza personal.
No, he estado dando lecciones de guitarra durante 50 años. Ya no lo hago más. Ahora, llevo mi guitarra, pero hago otra cosa.
II
Dos veces formando el círculo y moviéndose entre-y-a espacios, y fuera de nuevo. Uno del equipo de la casa, el más inexperimentado, se pasó el tiempo de ensayo del bis mirándome fijamente. Encuentro esto asombroso, incluso después de todos los años en los que se me ha mirado con fijación.
Hay una cualidad del mirar que toma, que sustrae, y ésta un ejemplo de ello. Esta cualidad de participación (es decir participación negativa) caracteriza una estación, un lugar en el que una cualidad-de-estar-presente particular (es decir estar ausente) es nuestro centro de gravedad, nuestro nivel de ser, el grado de nuestra consciencia. Determina cómo pensamos, sentimos y nos comportamos; nuestros derechos (absolutos), nuestras obligaciones y responsabilidades (insignificantes y en cualquier caso sujetas a negociación). También atrae hacia nosotros nuestra calidad de vida; y, si no a corto plazo, entonces inevitablemente a largo plazo, decepción: ¿Por qué me echa abajo la vida? ¿Por qué no se me da lo que merezco? ¿Por qué la gente no me respeta?
Pero, ¿cómo discutir sobre el clima con alguien que tiene la cabeza puesta donde nunca llega la luz del sol?
Lunes 4 de octubre de 2010
Casa De Encuentros San Juan Bosco, Av. Fuerza Aérea 1800
Funes, Provincia de Santa Fe
Argentina